MISCELÁNEA.
23 de febrero de 2024
Yugo
El
matrimonio indisoluble es amor en cautividad.
Amores eternos
Del Amor pasaba al Amor con solución de continuidad.
Bricolaje del corazón
El suyo era un amor con obsolescencia programada, pero les
duró toda la vida porque eran unos manitas.
Premio de consolación
Aquellos ángeles traviesos hacían concursos de tiro con arco,
y el que quedaba el último era nombrado Cupido del año.
Homeopatía
Era una relación tóxica, pero administraban el veneno en
dosis tan pequeñas que se curaban.
Fidelidad
Su desamor duró toda la vida porque estaban hechos el uno
contra el otro.
Y comieron perdices
Se casaron cuando le llegó la fecha de caducidad a su
desamor.
21 de octubre de 2023
Hay dos clases de historiadores, los revisionistas y los
amanuenses.
Tu vida es única, escribe un diario. El más grande escritor nunca estará a la altura de tu imaginación.
Se consideraba un escritor segundón, y sólo concurría a los premios que tenían accésit.
Era un escritor tan fracasado que rechazaban sus libros en
autoedición.
9 de octubre 2023
Diario fantástico
-Sigue sin poder constituirse el Orgasmo* de Gobierno de los
Jueces.
*Órgano. Ahora ya entiendo lo de la erótica del poder (judicial).
-El mangante* no reconoce el veredicto.
*magnate, claro; Trump, para más señas.
-Joaquín Sabina, con problemas para recordar las letras de sus composiciones. Amplio repertorio de sus equivocanciones*.
*equivocaciones, si no me equivoco.
-En excavaciones junto a la gran Pirámide se encuentra un
vídeo grabado* con secuencias de la vida de Nefertiti.
*vidrio gravado, Egipto fue una gran civilización, pero no estaban tan adelantados.
-La picadura de la mosca Tse-tsé del Tópico* produce la
enfermedad del sueño.
*Trópico, con playas doradas, cocoteros y exuberantes nativas con collares de flores y nada más. Otro tipo de sueño, vamos; otro tópico, también, pero éste muy excitante.
-Los que hablan dos idiomas desde niños duplican las
probabilidades de tener lapsus bilingüe*.
*lapsus lingüe, que se me lingüe la trabe.
23 de febrero 2026
El borracho, cuando nieva, sueña con copos de vino.
Plácido Domingo, según el Me Too, es el peor Tenorio de la Ópera.
20 de enero de 2023
Bueno, bonito y barato.
Aforismos publicitarios.
El Consumismo ofrece felicidad masiva.
Adelantaron la eutanasia del abuelo para aprovechar las GRANDES
REBAJAS de la Funeraria.
El Ku Klux Klan usa detergente Ariel, made in Germany.
La fábrica de Coca-Cola se incendió porque prendió la chispa
de la vida.
El oropel se vende al mejor impostor.
Provocó su accidente mortal, grabándolo con el móvil, para
presentarse al concurso publicitario de Tráfico. El anuncio resultó impactante.
Anuncio del secuestrador en las páginas de citas: “Busco
pareja con síndrome de Estocolmo. Se
ruega incluyan foto reciente y declaración de la Renta.”
PLEONASMO (Redundancia, repetición, añadir a una frase palabras
innecesarias): “Publicidad engañosa”.
“Just do it” en lenguaje subliminal se traduce por “Compra ya”.
Aquel cementerio ofrecía panteones, tumbas, nichos, y osarios
“en multipropiedad”.
El eslogan de la gira de Sabina “Amores que matan nunca
mueren” tuvo que ser retirado por apología de violencia de género.
Aquel Taller de Poesía se anunciaba con el lema: “Hasta el
metaverso y más allá”.
10 de diciembre de 2022
Puenteaba a su conciencia hablando directamente con
Dios.
21 de noviembre de 2022
El talento no se puede ocultar, porque brilla. Tampoco se puede ocultar la falta de talento,
porque brilla por su ausencia.
9 de noviembre de 2022
Echan pintura en varios cuadros del Museo Reina Sofía, y los mejoran.
8 de
noviembre de 2022
GUERRA.
No a la
Guerra, dijeron todos menos uno.
Putin está a favor del pacifismo en todo el mundo, menos en Rusia. Sigue en esto a Sun Tzu -citado por Ana María Shúa en su microcuento “El engaño”- para quien “todo el arte de la guerra se basa en el engaño, y el escalón supremo es someter al enemigo sin luchar”.
7 de noviembre 2022.
Cuando oigo hablar de Utopías me echo la mano al pasaporte.
El Paraíso es aburrido, porque el tiempo se hace eterno.
27 de octubre de 2022
Pensar es la mejor manera de equivocarse, pero no la única de
acertar.
Piensa mal y acertarás peor.
23 de octubre de 2022
Un editor de éxito tiene que saber detectar los libros que los electores vayan a considerar elegibles.
8 de octubre de 2022
La telebasura es un fiel retrete social.
7 de octubre de 2022
Los profesores que no respetan a sus alumnos son unos indocentes.
Los alumnos que no respetan a sus profesores son unos maleducandos.
6 de octubre de 2022
El corazón tiene muchos centros. Se localizan bien porque casi todos han
dolido alguna vez.
22 de septiembre 2022
Los vagos, cuando se levantan por la mañana para ir a trabajar, se desesperezan.
Creó el Partido Gratis Total y ganó las elecciones por mayoría absoluta de votos cautivos.
2 de agosto de 2022
Un diario es un texto que se atiene, rigurosamente, a la
realidad inventada por el autor.
Melancolía es cuando el alma tiene mal cuerpo.
18 de julio 2022
12 de julio de 2022
Todas las familias sanas se parecen, las familias heridas lo son cada una a su manera.
10 de julio de 2022
Elegir bien en un cruce de caminos es elegir bien un crece de caminos.
Tenía un gran camino por delante pero la muerte lo
atropelló.
23 de junio de 2022
Greguerías de los sentidos.
Vista:
En el Lejano Oeste los rostros pálidos se camuflaban de piel
roja bebiendo vino tinto.
Oído:
Las primeras gotas de lluvia sobre el paraguas suenan como
los golpes de la batuta en el atril antes del concierto.
Olfato:
Cyrano era el mejor sumiller de Bergerac, pero empezó a batirse
en duelo cuando las malas lenguas dijeron que le crecía la nariz cuando hacía catas.
Gusto:
Los pulgones, cuando ascienden por el tallo de una flor no llevan merienda, porque les espera en la cima.
Tacto:
Aquel niño se metía tan dentro el dedo en la nariz que se
sacaba bolitas de sesos.
17 de abril de 2022
La silla es el suelo del culo.
La Procesión que va por dentro comienza justo cuando cortan
el cordón. . .umbilical.
Era un poeta que contaba palomas de la paz para conciliar el
sueño.
18 de julio de 2021
Era
una estatua tímida que soñaba con volver a la piedra.
Deformar también es dar forma.
Era
un tren insaciable, devoraba kilómetros a dos carriles.
En los cementerios marinos están las tumbas al ahogado desconocido.
Era un cerebro muy ingenioso porque sus sinapsis tenían mucha chispa.
Cuando Neptuno va a celebrar un banquete hace que llueva para dejar a los peces en su punto de sal.
Los
mejores barcos sueñan con un cielo en el fondo del mar.
El mar salpica a la lluvia.
Aforismo escatológico, suciedad limitada.
Le gustaba decir siempre la última palabra, y parecía que hablaba en epitafios.
El fantasma de la última palabra recorre el cementerio corrigiendo epitafios.
El
reflejo de la luz de la luna en el mar parece el sudario del crepúsculo.
El
remordimiento es un sarpullido en la piel de la conciencia.
Ninguna
Utopía es inocente.
26 de junio de 2021
"Maximínimas".
Escuchar
es una manera de hablar.
En
los cruces de caminos tenemos que dirigirnos a donde queramos ser.
Era
un ateo de clausura porque solo creía en la vida interna.
Cuando
despertó, la dinosauria se había ido para siempre.
La escritura de los ángeles es surrealista porque está hecha a vuela pluma.
El
escritor de aforismos puede aprobar Literatura aunque saque notas mínimas.
Un
buen silencio puede superar la barrera del sonido.
Era
un cadáver cataléptico y a veces parecía resucitar.
Tenía una saliva tan dulce que una gota colmaba el beso.
Cuando
se superponen las agujas del reloj parece que hay eclipse de hora.
En
materia de aforismos hay que distinguir el grano de la semilla.
Un poema siempre trabaja en el alumbre.
17 de junio de 2021
“Greguerías del vino.”
El
vino tinto presume de que su delirium tremens es sicodélico y el del blanco un
pálido reflejo.
El
vino blanco es políticamente correcto, y en vez de vino tinto habla de vino de color.
En
las bodegas del Far West el vino blanco tiene la denominación “rostro pálido”,
y el tinto, “piel roja”.
Bebía
vino peleón, blanco y tinto, y tenía malas resacas porque se pegaban.
El
vino peleón provoca grandes resaKOs.
Era
un cava peleón y disparaba tapones.
Bebía
vino de todos los colores y sus “pedos” eran arcoíris.
En
la última cena los apóstoles vascos bebieron calizmocho.
Les
gustó tanto a los apóstoles el vino de la última cena que pusieron una cruz en
la barrica.
Se
declaraba por carta de vinos, decantando su amor.
Aquel
borracho decía que la que estaba alcoholizada era su sed.
A
la salida de la taberna había una farola que era el tío vivo de los
borrachos.
El
poeta borracho escribe una beoda al vino.
Era un borracho elegante, usaba el sombrero de copa.
Bebía
para olvidar, pero nunca se olvidaba de beber.
Algunos
borrachos van de incógnito a las reuniones de Abstemios Anónimos para
reafirmarse en sus creencias.
Vino,
bebió, vivió.
Era
un bodeguero bebedor, y se le iba la vid en ello.
Suspendió
en matemáticas, lo que con los años le llevó al alcoholismo porque nunca
aprendió a tomar una copa de menos.
Aquella joven chapada a la antigua no bebía antes de las comidas, porque quería llegar virgen al maridaje.
1 de junio de 2021
Cuando detienen a un pulpo le ponen las esposas polígamas.
Practicaba la promiscuidad sexual porque sufría impotencia platónica.
Era un ángel de la guarda incompetente porque cuando veía el peligro metía la cabeza bajo el ala.
Dios
premia a sus mejores ángeles permitiéndoles que echen una plumita al aire.
La
lectura libera las palabras impresas.
El
arte era su vida y cuando se le acabó la inspiración expiró.
La
Utopía es el mejor de los mundos imposibles.
Si todos tenemos precio es que ninguno valemos nada.
Si
ponemos la otra mejilla nos darán el golpe de gracia.
Era un borracho de colmillo retorcido para descorchar botellas.
Los que abusan de los anglicismos son unos acomplejados, y con razón, porque hasta los niños ingleses lo hacen mejor.
La música emociona más cuando toca un corazón desafinado.
Cuando un políglota habla por megafonía se le oye en muchas lenguas a la redonda.
14 de mayo de 2021
Las
pesadillas nos despiertan para que las consolemos.
Bajo
los escombros del paraíso, buscar la manzana.
Nadie es cualquiera, salvo que se esfuerce lo suficiente.
Los ángeles tienen sexo platónico entre sí, pero se ponen los cuernos con los demonios.
El verso pródigo volvió a la casa del poema desnudo.
Ante la presencia del mar, el río recuerda toda su vida.
Cuando
recomponemos los fragmentos de nuestro fracaso a veces nos sobra alguna
pieza.
Pidió una cita a su Musa, pero ésta le dijo que tenía otras inspiraciones.
Cuando
llegó a puerto, Ulises seguía oyendo a su sirena.
Era
tan crítico con su obra que al hacer su Antología sólo dejó el título.
No podía ser músico porque no tenía buen oído para el silencio.
Vemos
estrellas fugaces, pero las estrellas fugaces no nos ven.
El
mar borra nuestras huellas en la playa como si estuviera pasando la
página.
La
muerte está encantada de la vida.
Mentía
tan bien que sólo se ponía colorado cuando le pillaban en alguna verdad.
En
la pelea por la vida el miedo siempre gana por caos.
7 de mayo de 2021.
Convenientemente torturadas las palabras pueden decir cualquier cosa.
El
científico perdió el conocimiento al enfrentarse a la teoría del KO.
Era
un genio del aforismo, le salían auténticas birgreguerías.
La
máxima ambición de aquel escritor era decir lo indecible y lo consiguió
indecir.
Aquel reloj de bolsillo se ahorcó de la cadena porque no le daban cuerda.
El sueño de la inteligencia artificial está libre de algoritmos.
La
línea de un electroencefalograma plano está llena de puntos finales.
La última sinapsis es un fundido a negro.
El
caos es un laberinto con todas las salidas equivocadas.
Toreó tan bien a la muerte que en su entierro le dieron una vuelta al cementerio.
El
día de los inocentes San Pedro les dice a las almas de los justos que se vayan
al infierno.
Al
borde del abismo el suicida se arrepintió, pero murió del susto.
Los pañuelos son paraguas en el valle de lágrimas.
El
infinito en un haiku.
2 de mayo de 2020.
La halitosis se cura diciéndole al paciente que es incurable, lo que le
provoca desaliento.
Al cortar el nudo gordiano la fuerza bruta se pasa de lista.
La música es el arte más antigua, el Universo comenzó con un concierto de Big bang.
Fue un gran pecador y para no ser condenado, el día del Juicio Final se hizo el muerto.
Cuando se extinga la vida el Universo será diferente, porque no tendrá con quién ser indiferente.
Quien
bien te quiere te hará querer.
Nunca encontró pareja porque practicaba el polidesamor.
La tristeza lo llevó a la bebida porque lo hizo melancohólico.
Tenía contentas a sus amantes porque se sentían promiscuidadas.
Era un pistolero loco porque en vez de disparos le salían disparates.
Cuando
las serpientes mudan de piel es porque ya se han hecho otro traje a
medida.
Era
misántropo solo en compañía.
A
un buen esqueleto cualquier cuerpo le queda bien.
Odiaba
a la gente porque estaba rencorcomido.
26 de abril de 2021
El
poeta bucea en el sueño para despertar palabras profundas.
Se puede hacer un largo viaje sin moverse de la poesía.
Leyendo en braille las yemas de los dedos erizan la piel del libro.
Mataba
de aburrimiento, era un asesino en serio.
La
inspiración llega sin buscarla, como por causalidad.
Iba siempre de frente porque no tenía un lado bueno.
Parcticaba la acupuntura porque tenía las ideas cogidas con alfileres.
La vanidad es un espejito mágico que nunca traiciona.
Buscando la belleza interior se pueden encontrar grandes compañeros de fatigas.
16 de abril de 2021
"Casa de citas".
Un libro de greguerías es una casa de citas en la que se invita al lector a disfrutar con los sentidos.
La greguería tiene que dar al lector alguna pista para despegar.
En
la vejez el tiempo es como la goma de un tirachinas, se estira hacia el
principio para lanzarnos al final.
Todo
escritor tiene su biblioteca de Alí Babá con las joyas literarias que ha
saqueado.
Los alimentos procesados no tienen presunción de inocencia.
El Banco del Amor cobra intereses a morosos.
Los
fantasmas desesperados se suicidan colgándose de la sábana.
Eran
unos labios agridulces porque estaban llenos de besos perdidos.
Antes
de la creación Dios era un Don Nada.
Mejoraba
bebiendo porque tenía mala uva pero buen vino.
La
resurrección no respeta la paz de los muertos.
Ganó
el concurso de lectura rápida con la técnica del abanico.
La
música de la nada se toca en silencio.
El alma enamorada no abandona nunca sus cenizas.
La
piel del corazón está en los labios.
Los
labios rotos se cosen a besos.
El
poema de amor se escribe en beso libre.
Los filósofos pesimistas encuentran en la Nada su fuente de expiración.
Ante la Nada el pensamiento suicida salta al Vacío.
6
de abril de 2021
"Arcoíris".
Los ángeles artistas mojan sus pinceles en el arcoíris.
Entre
el cielo y el infierno hay treguas cuando sale el arcoíris, para que jueguen al
fútbol ángeles contra demonios.
Después de una lluvia de estrellas hay eclipse de arcoíris.
El arcoíris debería provocarnos sinestesias de música celestial.
Los
arcoíris mágicos aparecen sin lluvia y dejan la tierra mojada.
Los
arcoíris que no se ven completos es porque son tejidos de luz que encoje al
mojarse.
25 de marzo de 2021
"Casa de citas".
El
trasplante fracasó porque el cuerpo declaró al nuevo cerebro “persona non
grata”.
Era
un caso de doble personalidad en el que había un “yo” vivo y otro “yo”
muerto. La terapia consistía en sesiones
de espiritismo.
Tocaba
a mano cambiada, pero el piano se despistaba mucho porque no era
ambidextro.
Los
machos alfa también se enamoran porque son sementimentales.
Los que tienen buen olfato tienen más tendencia a contagiarse porque les llega antes la peste.
Hay
gente que busca en la televisión su electroencefaloprograma plano.
Una
mujer descalza es una mujer completamente medio desnuda.
Aquella
mujer tenía unas manos tan hermosas que cuando se quitaba los guantes
interpretaba la danza de los diez velos.
Buscar
siempre el término medio produce metastasíntesis.
Practicaba
el alpianismo porque cuando tocaba el piano los dedos hacían escalas.
Hay
fantasmas que salen por la noche del fondo de armario de los espejos.
Valiente
es el que no se rinde ante su cobardía.
No
se oyen sirenas en los barcos varados.
16 de marzo de 2021
"Greguecitas."
No disparen al mecanógrafo, su metralleta es de fogueo.
Escribía tan rápido a máquina que el médico se lo prohibió porque le provocaba taquicardiomecanografía.
Era
una máquina de escribir que hacía traducción simultánea con papeles de calco
políglotas.
Aunque
era un gran mecanógrafo cuando escribía relatos eróticos se inspiraba mejor a
mano.
Mecanografiaba
tan rápido que tuvo que comprar una máquina con límite de velocidad para evitar
atropellos.
Era
un mecanógrafo tan violento que las letras se declaraban la guerra.
Le
llamaban piromecanógrafo porque tecleaba mascletás y la máquina echaba humo.
A mano y a máquina el mecanógrafo compone a la vez letra y
música.
Escribía sus libelos a máquina, porque así tiraba la letra y
escondía la mano.
Lanzaba sus tipos a bailar claqué con las manos del
mecanógrafo.
Para pasar sus escritos a limpio usaba una máquina de
escribir sin tinta.
Nostalgia de tus dedos, escribió la vieja máquina cuando murió su poeta.
"Menos es nada". (Greguecitas)
¿A
quién copiaban los artistas del Paleolítico?
Diógenes era un soberbio que no quería que Alejandro Magno le hiciera sombra.
Era
un artista ecléctico, copiaba de todos los estilos.
Era
un robot demente porque le faltaba un tornillo.
El espermatozoide ganador es el primero en llegar al principio.
Era
un impertinente promiscuo y sólo hablaba por joder.
Fue
un eterno adolescente pero murió de viejo.
El Arte Universal se dirige a todos los seres humanos, es cosmopolíglota.
El
progreso en el Arte a menudo es hacia atrás.
Narciso murió en un accidente de coche porque se distrajo mirando por el espejo retrovisor.
Los
que solo aman el Arte Clásico tienen exceso de retrogusto.
La inteligencia, a menudo, es poco más que buena memoria.
Desconfiar
del sentido común también es de sentido común.
Los
que creen en la Felicidad tienen una venda en los ojos, y se la vuelven a poner
cuando se les cae.
Creía
en el amor eterno, y así sucesivamente.
¿En
qué infinito se encuentran los universos paralelos?
La
vida humana tiene mal pronóstico.
16
de febrero de 2021
“Muertos
de risa”. (Greguecitas).
El
que sabe reírse de sí mismo le pintaría unos bigotes a su calavera.
¿De
qué se ríe la calavera de la Gioconda?
Los
esqueletos se remueven en las tumbas porque los gusanos les hacen
cosquillas.
Los
esqueletos, en sus fiestas, bailan claqué.
La
autopsia es encarnizamiento terapéutico “post mortem”.
Era
tan tímido que para no molestar se murió de incógnito.
Era
un fantasma exhibicionista, y cuando veía a alguna joven se levantaba la
sábana.
A
los fantasmas, sobre todo de día, les da miedo hablar de las personas.
Era
un fantasma tan friolero que usaba manta.
Se
vacunó contra la muerte, pero lo mataron sus anticuerpos.
Pidió
ser incinerado por miedo a ser enterrado en vida, y se despertó oliendo a
chamusquina.
La
muerte se enamoró del joven necrófilo.
El
niño subió al desván para esconderse de sus papás, y se tapó con un
fantasma.
Era
un cuerpo viviente al que se le había muerto el alma.
Eran
unos esqueletos muy cotillas, y se contaban todos los secretos que se habían
llevado a la tumba.
7 de febrero de 2021
"Greguecitas"
Tras las inundaciones, las ayudas prometidas quedaron en papel mojado.
Quienes se dejan llevar por la corriente viven por debajo del nivel de flotación de su conciencia.
El epitafio del poeta borracho: Confieso que he bebido.
Cuando la mística no te ayude a abrir la mente, prueba a darte cabezazos contra la realidad.
Dos cosas son infinitas -decía Einstein- la estupidez humana y el universo (aunque no estaba seguro de esto último). El problema es que toda la materia y energía de la infinita estupidez humana están concentradas en un solo punto del universo.
Escritor
y lector son soberanos, el primero escribe como quiere, y el segundo lee como
le da la gana.
El hábito hace al monje, si pasa el tiempo suficiente.
El
Poder impone su diccionario.
Si
te mantienes en tu sitio das un paso al frente.
Bien es verdad que puede que sea hacia el abismo.
Si todo empezó con un Big Bang, mejor no pensar cómo acabará.
Vio
aquel letrero de Para Llevar, y se pidió un Take Away.
“Horror vacui” es el vértigo de la Naturaleza.
En aquel Club de Misántropos las reuniones sociales se hacían con limitación de aforo a un socio. Pero nunca iba nadie, porque no se aguantaban ni a sí mismos.
La sinceridad bien entendida empieza por uno mismo.
La gente superficial toma sus decisiones por una nimiedad.
Ganaba todos los maratones internacionales porque tenía don de leguas.
Las
parejas interraciales demuestran que para maridajes se hicieron los
colores.
Aunque
la vida le maltrate, el abstemio vive a palo seco.
La educación está descatalogada.
19 de enero de 2021
“Greguecitas”.
Iba
siempre a la moda porque no creía en el glamour eterno.
Ligaba
por internet, hasta que la vecina le mostró su producto de proximidad.
Si
ves que tu vida ha entrado en la monotonía y la rutina, en la repetición
mecánica y sin sentido, si sientes que te estás convirtiendo en un autómata,
cambia el chip.
El
fin justifica los miedos.
Dios
creó los universos paralelos por aburrimiento.
Vive,
no sobrevivas. Te va a doler igual.
Los seres humanos se clasifican en mejores, peores e iguales. Estos últimos lo son cada uno a su manera.
El
borracho pesimista siempre ve las dos botellas medio vacías.
Ganó
el concurso de abstemios y le dieron una copa.
Nunca
atrapaban a aquel ladrón porque siempre estaba despistado.
Una
media verdad es una mentira y media.
Dime
con quien andas y te diré dónde vas.
Los
libros de autoayuda se ayudan a sí mismos.
En
una cita a ciegas hay que saber leer con las yemas de los dedos.
La
belleza deja k.o. al primer golpe de vista.
El
amor eterno, a veces, se hace interminable.
La
carrera de la muerte es la única que, casi siempre, ganan los pobres.
Yo
soy yo y mis algoritmos.
La
memoria tiene los recuerdos llenos de buenas intenciones.
Converso
con el libro que siempre va conmigo.
Las
divagaciones del lector escriben un maravilloso libro en blanco.
Los
caminos del Arte, como los del Señor, son inescrutables. Los del Arte Contemporáneo, son inextricables.
La
conciencia se justifica con la moneda falsa de las buenas intenciones.
Cuando
te sientas a ver pasar el tiempo luego tienes que correr detrás de él.
Las
prisas no son buenas, corre a anticiparte.
Sintió
que aquella nevada le inspiraba, pero cuando se puso a escribir se quedó en
blanco.
“Para
lo que me queda en el convento, me cago dentro”, dijo Donald Trump.
Cada
vez hay más obras de mujeres artistas en los museos. Es porque ahora las
mujeres pintan más.
La
felicidad es la salud de la buena conciencia.
El
pecado original de Dios es el dolor del hombre.
Rebañar
y lamer los cubiertos no es mala educación, es prelavado de vajilla.
Los
amantes confinados practican el sexo vis a vis.
La eñe es una ene sumergida.
Cambiar para mejor tiene efectos retroactivos.
Lo
malo de la Utopía es que no tiene arreglo.
Conócete
a ti mismo, y te harás misántropo.
14 de diciembre de 2020".
"Greguecitas".
Aquella flecha de amor iba directo al corazón, pero se topó con la billetera.
Se fueron a la cama para consumar su amor, y lo
consumieron.
La verdad y la duda tienen una relación incestuosa.
La duda es un salto al vacío, la verdad llega, a veces, de rebote.
El carácter imprime destino.
Todas las familias felices se parecen: tienen dinero.
En aquella cueva paleolítica los viejos y enfermos se
preguntaban: ¿qué pintamos aquí?
El siquiatra le dijo al suicida: mi tratamiento es infalible,
pero me tiene que pagar por adelantado.
El olvido respira por la herida de la memoria.
La belleza duele porque está prometida con la muerte.
Siempre hay luz al principio del túnel.
En el silencio las palabras sueñan con su poeta.
29 de noviembre de 2020
"Maradona y los juguetes rotos."
"Y sí, sólo faltaba la muerte de Maradona, que yo personalmente he sentido muchísimo, porque llevo a Argentina en el corazón, porque Diego era Argentina." Almudena Grandes.
Ha muerto Maradona, y como es lógico, no se habla de otra cosa.
Tengo curiosidad por comprobar cuánto tiempo seguiremos viendo en la prensa a este Maradona muerto, pero me da la impresión de que va a ganar también el campeonato de la posteridad. Vamos a tener Maradona para rato. Y también va a competir, mediáticamente, de tú a tú, con la pandemia.
Hace tres o cuatro semanas un fanático islamista asesinó brutalmente en Francia a un profesor que había defendido, en nombre de la libertad y de la República laica, las ya tristemente famosas viñetas de Mahoma. Unos días después hubo otro atentado con varios muertos en circunstancias parecidas. Aquí en España, el presidente del Málaga, Jeque Al Thani, dijo públicamente que las víctimas se lo habían merecido, y amenazó con el ángel de la muerte a los que se atrevieran a desafiar a su religión.
El Presidente de Francia había hecho algunas declaraciones de
firmeza contra el terrorismo yihadista, se tomaron algunas
medidas, se convocó a imanes y dirigentes religiosos. . . y la noticia
desapareció del primer plano en una semana o poco más. Aquí en España no he oído a ningún político
que criticara las declaraciones del Jeque islamista: “recomendaremos las
acciones ofensivas del mensajero de Dios, así que (Macron) soporta las consecuencias”,
no ha habido comunicado alguno, que yo sepa, del alcalde de la ciudad donde
tiene la sede el citado Club de futbol, ningún juez o fiscal ha iniciado
acciones penales contra ese directivo multimillonario que amenaza con la
persecución y la muerte a los "infieles".
Digo todo esto porque ese silencio, ese ponerse de perfil, se
ha justificado en que la pandemia ocupaba todas las portadas, de modo que todo
lo demás quedaba en segundo plano. No
hay otra noticia que la plaga, se afirmaba.
Mentira, la muerte de Maradona va a meterle goles a la pandemia.
Negligencias médicas, patrimonios millonarios -o deudas, vete a saber-,
herencias disputadas, hijos post-mortem, mitologías argentinas hasta el
aburrimiento, etc, etc.
Todo es excesivo -y paradójico- respecto a este
personaje. Fue Dios en la cancha, un
futbolista extraordinario y universalmente conocido y reconocido, en fin, toda
esa leyenda del ascenso al Olimpo durante sus años como deportista. ¿Quién sobrevive a eso, una vez que te
empiezas a convertir en juguete roto y comienzas a bajar a los infiernos?
¿Quién? Maradona. En realidad, Maradona
“subió” a los infiernos, se convirtió en un juguete roto con el que sus
admiradores -multitudes en todo el mundo- querían seguir jugando, y seguir
viéndole romper el juguete. No debería
habernos cogido por sorpresa, cuando una de sus más aplaudidas hazañas
deportivas fue meter un gol con la mano, la famosa desde entonces “mano de
Dios”. En vez de sancionarle y anular el
gol, o reconocer un error arbitral gravísimo, que podría haber cambiado el
resultado del partido, aquello se convirtió en una especie de hito deportivo al
alcance sólo de unos pocos “elegidos” de los Dioses.
De las drogas, para qué vamos a hablar, campeón también de
todas las adicciones habidas y por haber, que nunca hicieron mella en su
divinidad intocable. ¿Machismo?
¿violencia doméstica, documentada en algún video que ha corrido por las redes
sociales? Peccata minuta, otra mueca más entre sus divinas piernas, otro
celestial gol con sus extremidades. Lo
que llama extraordinariamente la atención en nuestros días, ver para
creer. No extraña que ni siquiera cuando
se puso a perseguir a tiros a unos periodistas nos lo tomáramos a mal, una gambeta
más de nuestro héroe, los genios son así. Cuanto más bajo caía, más seguía
subiendo hacia el olimpo, del deporte, de la fama, de la Argentinidad. Eva Perón, Fangio, Gardel, El Che,
Maradona.
Maradona, Dios del cielo y del infierno. Dios de la Argentina. A ver si el juguete roto somos nosotros.
23 de noviembre de 2020
“Alicia y la Reina de corazones”.
Escribe Silvia Ayuso en El País de este domingo un artículo
titulado “¿Prohibido odiar a los hombres?”, en el que habla, entre otras cosas,
del libro “Hombres, los odio”, escrito por la francesa Pauline Harmange, y
publicado recientemente en ese país.
Por lo que se dice en el artículo ha habido un intento
frustrado de censura hacia el libro, alegando que era una oda a la misandria y
argumentando que “la provocación al odio por el sexo es un delito penal”. Como se suele decir en estos casos, ha
prevalecido la libertad de expresión, y el libro ya está a la venta con el
aliciente de la publicidad gratuita, el morbo y la polémica.
Asimismo, se nos informa de que su publicación ha coincidido
con la de otro libro calificado también de misándrico, “Le genie lesbien” (El
genio de las lesbianas), de la escritora y activista Alice Coffin, o, si
traducimos el apellido del inglés, Alicia Ataúd. Lo digo porque no creo que sea casualidad, y
me pregunto qué quiere enterrar Alicia en su ataúd. ¿Al Hombre? No sería descabellado
interpretarlo así, al menos si entendemos, palabra por palabra, otra de sus
frases sobre los varones. “No basta con
ayudarnos (entre nosotras), tenemos que eliminarlos”.
Se habla también en el artículo, de Valerie Solanas, por lo
visto “la gran excepción de las estadísticas de violencia de género”, que
escribió “Scum Manifesto”, donde “defiende el exterminio de los hombres”. Tal
cual.
El artículo de El País viene a decir -si lo he entendido
bien, prefiero equivocarme- que el libro de Pauline Harmange, y en general toda
esta polémica sobre la misandria, es exagerada, que no es para tanto, vamos,
sobre todo si comparamos la misandria con la misoginia, ese atavismo del macho
por el exterminio de las mujeres. No es,
ni mucho menos, tan terrible eso de odiar a los hombres, viene a decirnos
Silvia Ayuso, que acaba su artículo citando a Houellebecq, y su “fenomenología
de la felación”, que de momento -y afortunadamente, dice la periodista
contemporizando- no ha sido censurado por ningún celoso funcionario.
Al menos -esto lo digo yo- habría que haber obligado a
Houellebecq a escribir una “fenomenología del cunnilingus”, y todos tan felices
-e inclusivos- comiendo perdices.
En otro artículo, estos días atrás, se anunciaba el estreno
de una obra de un grupo de danza feminista, del cual es integrante la escritora
Cristina Morales, autora, entre otros libros de la premiada “Lectura fácil”, y
de “Los combatientes”.
No tengo ahora a mano el documento, así que hablo un poco de
memoria, de la sensación general que me dejó su lectura. Que es una sensación, igual que con respecto
al tema de la misandria, de una cierta perplejidad. Me voy haciendo mayor, y será por eso que no entiendo
muy bien este mundo poscontemporáneo (el palabro, con perdón, es mío).
Las bailarinas feministas hablaban de piezas de baile
-creadas en libertarios centros Okupas- en las que no había jerarquías de
ningún tipo, ni imposición de valores, ni moral dominante, y todo se
desarrollaba en un clima de anarquía e igualdad democrática. Me llamó la atención que se contaba que, a
veces, las artistas (o quizá no quieran que se las llamen así, yo las apoyaría)
comienzan a pelear entre ellas, y se hacen daño realmente, sin trampa ni
cartón, hasta el punto de que -por lo visto eso ocurría en la pieza que crearon
a partir de “Los Combatientes”- podrían llegar a matarse (sic) en el caso de
que el público no las obligara a parar.
Entre otros temas menores, las bailarinas hablaban del
virtuosismo en la danza, y venían a decir que no estaban totalmente en contra,
pero que eso no era lo suyo, ellas se movían -nunca mejor dicho- con otros
objetivos. Había también, advertían, un
exceso de autoridad en el virtuosismo: disciplina, rigidez, imposición; e
incluso, creo recordar pero no quiero engañarme, dejaban caer alguna sospecha
de malos tratos y hasta torturas.
Violencia contra la mujer, misoginia de la verdadera, porque, aunque el
virtuosismo también se exige a los hombres, nunca llega en su caso a esos
extremos de ensañamiento. En esto parece
que están de acuerdo con las opiniones que se expresaron anteriormente sobre la
misandria: comparada con la misoginia es una canción de cuna, un canto de amor
y concordia.
Escribo todo esto desde la perplejidad, salta, sin
virtuosismo, a la vista. Leo cosas en
los últimos tiempos a las que me cuesta dar crédito, aunque las tenga delante
de mis propios ojos. Hace no mucho una
escritora canadiense hablaba de su relación de pareja y explicaba que habían
intercambiado los papeles, el marido -varón, hay que aclararlo todo- hacía de
hembra, y viceversa. Y contaba cómo ella, a veces, tenía la necesidad o al
menos la tentación de penetrar a sus hijos.
Prometo que decía algo así, guardé el artículo durante algún tiempo como
testimonio de cargo. Pero vamos, si me dicen que no es cierto querré creer
cualquier cosa antes que a mis propios ojos.
Lo único que alcanzo a sospechar es que hay dinero de por
medio, es la economía, estúpido. Hay un
mercado para esos libros que se titulan odio a los hombres, para esas ideas
sororitarias de exterminar a los machos, para esas obras de arte en las cuales
las intérpretes luchan entre ellas hasta la muerte, entera y verdadera, si el
público no las detiene. El consumismo ya
nos ha convertido desde hace tiempo -repiten- en unos idiotas, ahora son todos
los ismos -y las fobias- del mundo los que se conjuran para
lobotomizarnos.
Y si las mamás y los papás se llevan a sus hijas, a rastras,
de ese espectáculo de danza castradora poscontemporánea, es que son unos
fanáticos y unos bestias, y entonces son ellas, las bailarinas que se mueven en
ese mercado del odio desde sus divinos centros okupas, las que se quedan
perplejas y escandalizadas: ¿Pero esto puede ocurrir, impunemente, en el siglo
XXI?
Como diría Alicia (Coffin): ¡Que les corten la cabeza!
22 de noviembre de 2020.
“Dos barrios salmantinos”.
Plaza del Barrio del Oeste.
Ahora que los bares están cerrados, y las terrazas recogidas, se puede
pasear a su alrededor sin que te moleste nadie ni tropezar con ningún
obstáculo; mirar es un privilegio que debemos apreciar en estas ocasiones. El coronavirus, hay que reconocerlo, ha
ahuyentado otra plaga, la de las terrazas y aceras llenas de mesas y sillas,
clientes y camareros, niños y demás animales de compañía.
Lo malo de mirar, a veces, es que ves. La fuente central de la plaza es un reposo
para los sentidos que no impide, ay, fijar la mirada en un edificio de varias
alturas con una fachada en cuadrículas de colores chillones, en la que se hace
difícil descubrir los huecos de las ventanas, que, para más inri, suelen tener
las persianas bajadas. No será para
protegerse de la curiosidad ajena, porque después de ver el exterior no dan
ganas de mirar hacia dentro. El
edificio, sin duda, “dialoga” con el arte callejero que caracteriza al barrio. Le falta -a mi gusto- una cosa para
mimetizarse con el entorno: que los grafiteros le den unas cuantas
manitas.
En frente de estas geometrías sicodélicas está la fachada del
Bar La Salchichería, con algunos ejemplos de los mejores grafitis del barrio. En la fachada, y en las trapas metálicas
bajadas, se puede ver a un señor mayor, vestido con un mono azul y llevando un bolso
de cuero en bandolera; y a una especie de animal mitológico, cabeza de burra y
cuerpo desnudo de mujer, de cuya enorme cornamenta se desprenden ojos que se
convierten en un manto de hojas al llegar al suelo. Los ojos muertos se recogen a paladas,
diríamos, con permiso de Jacques Prevert.
El Barrio del Oeste es feo, para qué nos vamos a
engañar. Calles estrechas inundadas de
coches, edificios sin orden ni concierto, cada cual de su madre y de su padre,
con diferentes alturas que no solemos ver porque no merece la pena mirar hacia
arriba, sin esperanzas de descubrir un cielo que a duras penas se puede
imaginar.
Coches y cocheras, donde, en estas últimas, los artistas
callejeros han plantado sus reales, no siempre para bien. Mejorar la puerta de una cochera no parece
tan difícil, pero a estas alturas ya sabemos que a menudo, menos es más. Lo mismo
se diría de algunos árboles, a los que artistas de la aguja se empecinan en
vestir con retales de ganchillo. Es más
bonito ver, y tocar, la piel del árbol.
Continuamos hacia el Barrio Vidal, y caminamos bajo el paso
elevado de la avenida de Portugal.
Entramos en la plaza, y, en cierto modo, es como si se hiciera la
luz. Ancha, abierta, acogedora,
verde. Cedros monumentales, castaños
nobles y generosos, magnolios, laureles, plátanos de jardín, olmos, pinos. Ahora sí, entre las copas de los árboles, se
quiere dejar ver el sol. La arquitectura
del barrio es modesta, económica, popular, coherente. Y forma un conjunto urbano y homogéneo,
sencillo y coqueto, que se deja leer.
Fachadas lisas y geométricas, tres alturas, soportales, calzadas más
amplias, con aceras en las que casi siempre hay una hilera de árboles, cocheras
más escasas y mejor disimuladas, espacios que se abren a modo de pequeñas
plazas, con artilugios para hacer ejercicio donde algún viejo obstinado se
esfuerza en luchar contra el tiempo. Un
colegio, una biblioteca, calles con nombres de diferentes oficios, Carpinteros,
Cuchilleros, Pintores, Vidrieros, Pescadores, Plateros, Curtidores, Joyeros,
Ganaderos. . . incluso una calle con el evocador nombre de Regato del
Anís.
Subiendo por Egmidio de la Riva empiezan a aparecer edificios
de cuatro alturas y ladrillo vista, pero todo sigue conservando un aire de
familia, de barrio popular, modesto y acicalado. Algún que otro pequeño jardín, aquí y allá,
creciendo un poco a la buena de Dios.
Arriba, la rotonda de Gran Capitán, un gran espacio abierto, sobre todo, y por desgracia para el paseante, al tráfico. Dan ganas de seguir andando, y dejar atrás la
ciudad contaminada.
15 de noviembre de 2020.
“Escritura limitada”.
A veces pienso en escribir algo a la manera, por ejemplo, de
mi admirado Vila-Matas. Uno de esos
artículos -o un libro, ¿por qué no?- en los que empieza hablando de Raymond
Queneau o de Georges Perec, y termina volviendo a ellos después de una serie de
meandros y digresiones pasando siempre por los cerros de Úbeda.
Que me gusta Vila-Matas está fuera de toda duda
razonable. Sus libros, sus artículos, su
manera de escribir en general. “El mal
de Montano”, “Bartleby y compañía”, “París no se acaba nunca”, “Dublinesca”,
etc. me parecen unas novelas extraordinarias e hipnóticas. De sus artículos de prensa puedo decir que
los leo siempre con gran interés y disfrute, a la espera de la siguiente
entrega.
Quizá me he perdido un poco con “Kassel no invita a la
lógica”, o “Marienbad eléctrico”, relato, este último, de sus reuniones y
charlas con la artista conceptual Dominique González-Foerster. Y eso que soy un gran aficionado al arte
contemporáneo. Pero diletante,
autodidacta, dominguero, nadie es perfecto.
Hablando de arte contemporáneo, en la línea conceptual y
performativa, caigo en que hace una o dos semanas fui a ver una
conferencia-performance de “Los Torreznos”, en la Biblioteca de la Casa de las
Conchas. Su título era “La Cultura”, así
cualquiera. Tenía tres partes, y luego
un epílogo, que eran los aplausos. Estos
no se acababan nunca, como París, porque los artistas aplaudían también al auditorio, lo que éste agradecía aplaudiendo a su vez -a muchos les habría gustado la actuación,
seguro que sí, hubo gente que celebraba entender las gracias de los performadores- y
aquello era un bucle de aplausos que no parecía tener fin. Cuando vi que se iba una señora que estaba
cerca de la puerta pensé que la ocasión la pintaban calva -la señora no, que
tenía todo su pelo, a primera vista-, y yo también me levanté de la silla y me
dirigí a la salida. Vi que Los Torreznos
aplaudían a la señora (y me pareció que también a mí, vanitas vanitatis), con
lo que deduje que estaban dando por terminada su performance, digamos que haciendo un guiño al público, una especie de indirecta, algo así como: no vamos a pasarnos la noche aplaudiéndonos,
a ver si lo pilláis. Lo que ya tengo comprobado como una característica -la que más se repite, lo que en este caso es mucho decir- del arte performativo: los artistas siempre parecen más inteligentes que su público.
Una vez que salimos los primeros aquello quedó visto para sentencia,
y la gente se levantó y fue evacuando “como un solo hombre” (con perdón de la
expresión; y me refiero al sesgo de género, no a evacuar). Juntos, pero no revueltos, que aquella comunión del espíritu no
podía traspasar, en estos tiempos aciagos, la preventiva distancia de
seguridad. Distancia social, dos metros
aproximadamente, que a mí ya me parecía poco antes de la pandemia; ahora, ni
les cuento, pero no nos perdamos en misantropías.
Hasta este clímax final, los actores habían desarrollado su
trabajo -valga la expresión- en tres partes.
En la primera repetían la palabra cultura, con su artículo
-laculturalaculturalaculturala-una y mil veces, los dos artistas, sincronizados
o no según las exigencias del guion. En
la segunda y la tercera parte siguieron divagando sobre el tema -EL TEMA-, y
repitiendo machaconamente palabras, frases, mantras o tantras, tantras otras cosas,
como suele ser habitual en este tipo de espectáculos. Reconozco que hago un resumen muy superficial
e incompleto del acto; y eso que, como me suele pasar en estas ocasiones
-catárticas- salí bastante impresionado.
Pero volvamos a Vila-Matas y OuLiPo, (Perec, Queneau, otros a
buscar en Google). Según la Wikipedia “es un grupo de experimentación literaria
creado en 1960 y formado principalmente por escritores y matemáticos de habla
francesa, que buscan crear obras utilizando técnicas de escritura
limitada”. Definición que me hace
identificarme, inmediatamente, con ellos: para escritura limitada, la mía, qué
les voy a contar, (y no me refiero a mis sonetos tautogramas “Alarma al arma” y
“Telebasura”, escritos utilizando únicamente palabras que comienzan por la
letra a, el primero, o la t, el segundo, que tampoco soy manco).
Claro que por ahí nos perdemos de nuevo. ¿Qué cuenta OuLiPo? En realidad, ¿cuenta lo
que cuenta? No es esa la pregunta, lo que cuenta son las limitaciones, las
constricciones. Por ejemplo, reescribir
“Hamlet” en portugués -Luis Leal Miranda, magnífico escritor de nuestro país
hermano está en ello- sin utilizar en ningún momento la letra o. ¡Oh!
Y vamos acabando, porque si no, corremos el peligro de
escribir un libro entero imitando a Vila-Matas, OuLiPo, o Georges Perec, "me
acuerdo" de que ese era el tema. Lo que
estaría fatal, porque como decía Picasso, el artista no copia, roba. ¿O no fue
Picasso, y le robó la cita a alguien? El apropiacionismo, por favor, otro
invento del genio (¿Pierre Menard?), que no todo va a ser Duchamp en esta vida
artística poscontemporánea, donde lo importante es el concepto, (o el concéto, “Airbag”).
Quería escribir algo copiando, robando, o fusilando -con
perdón- a mi admirado Vila-Matas. Me he limitado a
eso.
12 de noviembre de 2020
“Patagonia”.
Querido Ignacio:
Te recuerdo como eras hace cuarenta años. Tu hermano Rafael, el mayor, tuvo su primer
brote sicótico. Aquella mañana había
sentido la llamada de Dios, y el encargo de que se pusiera en marcha en misión
contra el Maligno. Algo así, ¿no?, mi
memoria, benévola, acude en mi auxilio a través del olvido. Un familiar te avisó, y te acompañó al
encuentro con tu hermano, que estaba retenido por alguien -unos vecinos, un
policía, no sé- en un pueblo cercano hasta donde había llegado caminando,
apoyado en una especie de cayada que había encontrado por el camino, y con algo
en la mano -una pequeña piedra, quizá- a modo de talismán.
Tú tenías veinte años, más o menos, y -no lo supiste aún- ese
fue el primer día del resto de tu vida.
No mucho tiempo después tu hermano menor fue
diagnosticado de hebefrenia, una especie de esquizofrenia juvenil, que en los
años siguientes se fue confirmando como diagnóstico definitivo.
"Dios ha muerto, Marx ha muerto, y yo mismo no me siento nada
bien". Algo así fue lo que debiste
pensar. Si hubieras podido pensar.
Todavía era el tiempo de las pandillas, entre la adolescencia y la madurez. Tus amigos hacían planes de futuro. Como tantos jóvenes, querían cambiar el mundo. Manolo - ¿recuerdas? - se iría a vivir a la Patagonia, para escolarizar a los nativos y ayudarles en lo que hiciera falta. Para vivir una vida auténtica, lejos de la civilización. Loable propósito. Casi todos querían hacer un largo viaje, a las antípodas, o incluso más allá. Pero ir más allá de las antípodas es volver al mismo sitio, ¿no?, al menos si andas lo suficiente, y no te pierdes.
Pero tú ya estabas en la Patagonia, no hacía falta que fueras a ningún lado. Tu viaje más largo -lo supiste desde el primer momento- empezaba y terminaba en el mismo lugar.
En el curso de la vida -lo sabemos ahora tú y yo- todo es ir
dando tumbos. La cuestión es no apartarse del camino, no quedarse junto al camino. En
tu caso, seguir en tu sitio, como aquel monje de Camus en “La Peste”, nuestro libro de cabecera. En realidad, no hay que
moverse para hacer el viaje más largo, ¿para qué, si ya se mueve todo lo demás?
Dar la vuelta al mundo, a veces, no es más que perder el tiempo dando un rodeo
para ir a cualquier parte, con tal de no llegar a tu destino.
Y el destino, en ocasiones, es como un muro infranqueable. Que no se puede derribar a cabezazos, pero
esa es una lección que lleva tiempo aprender.
Cuando lo consigues -a medias, o ni eso- ya no importan los golpes. Mentira, pasan los años, se supone que
deberías entender, aceptar, acostumbrarte.
Qué va.
Con todo, hasta aquí hemos llegado. Y el viaje sigue, que cuarenta años no es
nada. No sabemos qué nos traerá el
futuro -la vida y la muerte, como a todo el mundo-, pero sabemos, tú y yo,
definitivamente, que no vamos a abandonar nunca nuestra Patagonia.
9 de noviembre de 2020
“De Senectute”
(Greguecitas).
La muerte es eso que pasa mientras estamos distraídos viviendo.
Cuando despertó, la muerte todavía estaba allí.
Dormir, soñar, tal vez vivir.
Que la tierra te sea leve mientras vivas.
No es Covid para viejos.
La muerte es una sombra que nos acompaña en todas las edades.
En la vejez se van cambiando los papeles.
No hay que morir de viejos, hay que morir de vida.
Morimos más deprisa cuanto más miedo tenemos a vivir.
La vida y la muerte son dos caras -superpuestas- de la misma moneda.
Vive como te gustaría morir.
22 de octubre de 2020
“El vilus chino”.
La verdad es que no sé la razón por la cual llamar virus
chino al virus chino provoca tanto rechazo y descrédito. Automáticamente, eres de Vox, partidario de
Trump, conspiranoico, negacionista, terraplanista, antivacunas, o no sé cuántas cosas más. Y no lo entiendo, ¿el virus chino no viene de
Wuhan, de los grandes mercados de animales vivos, del pangolín o los murciélagos
que empezaron a transmitir ese virus a los humanos que pasaban por allí, en su
mayoría chinos?
Esos mismos que desprecian esta expresión, probablemente,
cuando hablan de anteriores pandemias, no dudan en llamar “gripe española” a la
epidemia de gripe de 1918, que tuvo su origen y desarrollo en otros lugares del
mundo antes de llegar a España. Los que llamarán -eso sí, hay que ser tontos- mutación española a aquella que sea más letal. O los
que dicen que el origen del coronavirus está en laboratorios de la CIA, y su
contagio, provocado por la Agencia -bajo órdenes de Trump, se supone- como arma
de guerra contra China.
Si la mayoría de los científicos cree que el virus se ha
originado en una mutación que saltó a los hombres, a partir, probablemente, del
pangolín o los murciélagos en los mercados de animales de Wuhan, ¿por qué no
llamarlo virus chino?
A mí me parece que identificar el origen y las causas en el
primer minuto de la epidemia será importantísimo para evitar, en lo posible,
que se repita algo parecido, o al menos, para que, cuando ocurra, no nos coja
totalmente desprevenidos.
Sin embargo, es habitual dar por sentado -en contra
igualmente de la opinión científica mayoritaria- que la causa de la pandemia
está en el cambio climático, o en el capitalismo global, o en el maltrato de la
naturaleza por el hombre. “La naturaleza
nos devuelve el golpe”, suele afirmarse como un hecho incontestable. Entonces, ¿las plagas medievales, anteriores
no ya al capitalismo sino a ningún amago de industrialización? ¿y cualquier
otra de las pestes que han asolado a la humanidad desde que el mundo es mundo?
Este “castigo de la naturaleza” por la actuación depredadora
y destructiva de la especie humana, ¿no suena al fanatismo, interesado, del “castigo
de Dios por nuestros pecados”?
Por mi parte, creo que hay que llamar al pan, pan, y a este
virus, “chino” (sin ánimo de ofender), y pedir que la OMS y otras instituciones internacionales
competentes, regulen y controlen los grandes mercados de animales, en todo el
mundo, pero empezando por China, e implementen medidas higiénicas y sanitarias
seguras, con las sanciones correspondientes -y adecuadas a la gravedad de los
hechos- en caso de incumplimiento.
Todo lo anterior, por supuesto, "si soblevivimos al vilus
chino".
“Peste de diario”.
19 de octubre de 2020
Mientras daba el paseo con mis perros esta mañana he pasado junto a la puerta de una sucursal bancaria, ante la cual estaban esperando varios clientes guardando las oportunas distancias. Ha salido de la oficina una empleada, y, sin un buenos días ni cosa parecida les ha preguntado, poniendo los brazos en jarras: ¿Qué quieren ustedes?
Dejé atrás la escena, pero me llamó la atención -aunque no me
sorprendió- la falta evidente de educación y respeto, con unos clientes que
estaban esperando pacientemente -a la fuerza ahorcan- en la calle.
Hace un par de días me ocurrió algo del estilo cuando estaba
tomando un vino, y viendo un partido de futbol, en la mesa de un bar. Estábamos unas ocho o diez personas, haciendo
nuestras consumiciones, y vino una empleada, se puso junto a la televisión
frente a nosotros, y empezó a hablar a gritos, gesticulando mucho, diciéndonos
no sé qué -no se la entendía bien con la mascarilla- de que tenía que limpiar
antes de una hora determinada, y que teníamos que salir de aquella sala. Podíamos ir, por lo visto, a otra zona del
bar (aunque esto no lo entendí bien) para seguir viendo el partido.
Cinco minutos antes yo me había acercado a la barra para
pedir una segunda consumición, pero me dijo la camarera -distinta a la de las
voces- que ya no me podían servir más.
Eran las nueve y media de la tarde, más o menos, y yo ya llevaba un buen
rato en la cafetería. Prometo que, en contra de mi costumbre, no estaba borracho
perdido.
Nuevos hábitos del coronavirus, supongo, muchos bares están
bajo mínimos de personal -los que no han cerrado- y parece que van anticipando
el toque de queda que se avecina.
Rafa y Jesús, dos de mis hermanos, enfermos mentales,
volvieron ayer a la hora de la cena de su paseo, y me comentaron que “los
habían levantado de la mesa, porque había gente esperando”. Era en la terraza del Bar El Provenzal, de
donde son clientes habituales, que tiene unos precios baratísimos, y supongo
que esa es la razón por la que, de momento, no están sintiendo la crisis como
otros bares. Por supuesto, les he pedido
que no vuelvan.
Hoy mismo han venido a arreglarme el termo. El jefe, y un operario joven, de veintipocos años, que me habla de tú, y me dice de vez en cuando "macho, es que esto . . .tal o cual". Sí, macho.
Estoy hablando de mala educación, claro. “Intratable pueblo de cabreros”, que decía
Gil de Biedma. También “pueblo de
labriegos”, según frase de Ortega que menciona María Elvira Roca Barea, en su
libro “Fracasología”. Sé que caigo en
ese grave defecto de muchos españoles, que denigran a su propio país
trasladándole la responsabilidad de su mediocridad y sus fracasos, como
denuncia Roca Barea en su libro. Dice
Larra, citado en “Fracasologia”: “Borremos pues, de nuestro lenguaje la
humillante expresión que no nombra a este país sino para denigrarle”.
“Mea culpa” en este tema de las malas maneras de mis
compatriotas, que percibo a menudo como una característica de nuestro modo de
ser: brusco, áspero, malencarado, despreciativo, que me hace pensar, más veces
de las que yo quisiera, en la terrible frase de Gil de Biedma, que suena como
una maldición.
Lo cierto es que me parece que no tenemos remedio, porque las
buenas maneras están, de alguna forma, desacreditadas entre nosotros, como si se tratara de amaneramientos propios de cortesanos y privilegiados -de señoritos que
no tienen otra cosa que hacer- pero fuera de lugar entre la gente común. Eso de dar las gracias continuamente,
aborrece, y saludar, desear buenos días, despedirse, y tantas cosas de este
tipo, están de sobra para mucha gente.
“Cumplidos entre soldados, son excusados”, he oído en alguna
ocasión. Otra manifestación, creo, de la
España que “desprecia cuanto ignora”, del menosprecio a la cultura, en general, sobre
todo si no sirve para producir un rendimiento económico inmediato. El precio, como único valor. Por esa razón tantos jóvenes dejaron de
estudiar durante los años del Boom del ladrillo. ¿Para qué, si como albañiles ganaban más que
un médico?
No sé qué podemos hacer cada uno de nosotros para que cambie
este vicio que nos afea tanto. Aparte de
seguir diciendo buenos días, y dar las gracias a menudo, aunque no nos
contesten, y aburramos al personal. Eso
sí, yo ya he dejado de sonreír, porque, directamente, te toman por gilipollas.
“Cultura para despreciar la cultura”.
Leo un recorte de prensa de El País, 24 de septiembre,
titulado “Getafe colorea la última obra de Fisac para embellecerla”, firmado
por Peio H. Riaño. Habla de una
intervención hecha por un colectivo de artistas callejeros en un pabellón
deportivo obra del arquitecto Miguel Fisac.
El Presidente de la Fundación Fisac, Diego Peris, afirma en
el artículo: “Es una alteración total de la obra. Es una barbaridad. El hormigón, su textura, su
color y su brillo, son fundamentales para entender este edificio.” Esta
afectación del edificio de Fisac le recuerda -y a mí, que ya escribí algo en
esta Miscelánea- al faro de Ajo, que el Presidente de Cantabria, Miguel Ángel
Revilla, encargó al artista Okuda. Se
queja de que las Administraciones no respetan el patrimonio arquitectónico
contemporáneo, lo que en el caso de Fisac tiene otros lamentables antecedentes
-su edificio La Pagoda fue derruido en 1999-, hasta el punto de que, ahora en
palabras del arquitecto Ekaín Jiménez: “el daño a la arquitectura es cada vez
más recurrente”. . . “y gravísimo porque es una vandalización ordenada por los
concejales de turno”. La pintura es obra
del colectivo “Boamistura”, y entre sus artistas está un arquitecto, Javier
Serrano, que, según parece, se ha disculpado diciendo “que se han arrepentido,
y que no habían investigado el edificio antes de actuar sobre él.”
Algo es algo, aunque el “atontao” del concejal de turno
(Cultura y Juventud, casi un oxímoron en estos tiempos) sigue en
sus trece, y afirma que el edificio no es una construcción histórica, ya que es
de 2004. . .y se queda tan pancho, porque – insiste, el tío-: “hemos
puesto en valor el edificio con la nueva pintura”.
Por este camino cualquier día pintarrajean “Las Meninas”,
para ponerlas en valor.
*Todos los entrecomillados son del artículo de Peio H. Riaño,
menos el título, y el calificativo de “atontao”.
6 de septiembre de 2020.
“Meterse en todos los charcos”.
Hoy sábado viene, con El País, la revista Icon. Una revista para hombres aficionados a la
moda varonil. Contra lo que no tengo
nada, tiene que haber publicaciones para todos los gustos y colores, pero ante la
moda, en general -y hasta hace poco la moda era abrumadoramente tema de mujeres-
me siento extraño, ajeno, incapaz de entender nada. En serio, ¿quién se pone esas cosas?
Pero la moda ha entrado en los Museos desde hace algún
tiempo, en las Bienales, en el mundo del Arte, lo que me desconcierta incluso
más que otro fenómeno artístico posmoderno, las Performances, aunque, bien
mirado, las dos cosas -los dos conceptos, si se prefiere- puede que tengan mucho que ver. Me corrijo, yo creo que tienen poco que ver.
No sé si Balenciaga, Cocó Chanel, o Yves Saint Laurent,
fueron unos artistas, me siento totalmente incapaz para juzgarlo. Y no ser capaz de tener un criterio respecto
a lo que llaman Arte es una carencia que me irrita, me cabrea conmigo mismo y
con quienes la provocan. Y provocadores
se llaman ellos mismos -seguramente más en el mundo de las performances- muy a
menudo “pro domo sua”, ya que en la provocación se sienten legitimados y
cargados de razón. Ladran, luego
cabalgamos.
Por eso yo no ladro, simplemente reconozco mi perplejidad, lo
que tampoco tiene nada de particular porque me ocurre con muchas cosas en la
vida. “Estoy pasmao”, como dijo Alfonso
Guerra.
Ya se sabe cuál es la diferencia entre el erudito y el especialista.
El primero sabe algo de todo, el segundo, todo de nada. Quedamos fuera la tropa, que muchas veces no
sabemos nada de nada.
Sin embargo, volviendo a Icon, siempre espero el nuevo
ejemplar con interés. Leo todo lo que
puedo de Jacinto Antón, Xavi Sancho, Frederic Beigbeder, entre otros, incluso
si hablan de moda. Lo que prueba que me
quedo más en la forma, lo exterior, la apariencia, el estilo, que en el
fondo. La forma, lo exterior, la
apariencia, el estilo, ¿no es eso la moda? Me contradigo, sí.
Así que hablamos de moda y queremos decir arte.
La Ribot, artista performativa, premio León de Oro de la
Bienal de danza de Venecia, en este mismo número de Icon, afirma: “Llevo toda
la vida oyendo que lo que yo hago no es danza. Sigo sin entender que alguien
sea capaz de decirle a otro lo que no es”.
Pero ella sí puede decir que lo que hace es danza, faltaba más. Ya
sabemos, Arte es aquello que los artistas dicen que es Arte. Y punto.
En la portada de la revista viene una foto de Norman Foster, extraordinario
arquitecto, vestido para la ocasión de punta en blanco. Como si fuera el pope de la secta de los Albinenses,
diría yo. Para mi gusto, le falta un
detalle. Una cadena de oro, de la que
cuelgue un medallón con el emblema del Tercer Ojo.
Como escribió alguien hace tiempo, refiriéndose a la
vestimenta de Karl Lagerfeld, qué ganas dan de tirarle a un charco.
2 de agosto de 2020
“Cuándo dejé de ver la tele”
Las personas que no vemos la tele tenemos mala fama. En primer lugar, quedamos por mentirosos. En
las conversaciones sobre el tema queda claro que sabemos lo que son los
realities calentorros, los concursos de todo por la pasta, los debates a
megáfono sacado, en fin, quizá hasta conocemos los nombres de Belén Esteban o
Kiko Matamoros. Putos mentirosos, eso es
lo que somos. Y de la peor especie, de
aquellos que se avergüenzan de lo que hacen, y disimularían como bellacos en el
potro de cualquier polígrafo -televisivo- negando la evidencia.
¿Y todo esto, por qué?
Pues peor me lo pones: para darnos de listillos, de intelectuales, para
hacernos los interesantes, para proclamarnos diferentes, para sentirnos la
creme de la creme, en lo más alto del candelabro. Esa chusma que ve la tele, nos decimos torciendo
el gesto.
Pues yo lo confieso de una vez por todas: No veo la tele,
mejor dicho, no recuerdo el momento en que dejé de ver la tele, hace ya mucho
tiempo, pero de todo hace ya mucho tiempo.
Y, por supuesto, miento.
Por la noche, cuando estoy cansado y sentado en mi sillón enfrente del televisor siento la tentación -y caigo en ella a veces- de encenderlo y zapear
un poco, a ver qué ponen. Generalmente
busco una película interesante para ver en versión original, y así practicar
alguno de los idiomas que hablo -el español-, o chapurreo -el portunhol, I don´t
remember, Je ne sais pas-. Y de vez en
cuando encuentro alguna buena peli, y me pongo a verla, por lo menos hasta la
segunda o tercera tanda de anuncios, que consiguen atraer tanto mi atención que
me olvido de lo que estaba viendo. Después
de ese menú publicitario, que es un poco como los del Bulli -exquisito y de
treinta o cuarenta platos por tanda-, generalmente, desconecto.
Pero es verdad que he zapeado -picoteado- entre unas cosas y otras. Y he visto la tele, aunque luego lo niegue vergonzantemente en una charla familiar o entre amigos -son escenas excluyentes, siempre que en la primera estemos los cuñados-, o para hacerme el interesante en una primera cita, que por otra parte tampoco recuerdo cuándo fue la última vez.
Y en esos momentos en que meto el dedo en la tarta televisiva casi siempre tengo una epifanía recurrente y esclarecedora,
se desvela el misterio y aparece la verdad a golpe de mando a distancia: No veo
la tele por los realities, por los concursos, por algunos debates, por toda esa
papilla intragable, por Sálvame, Jorge Javier Vázquez. Aunque sigo sin recordar cuándo dejé de ver
la tele, y eso que fue hace cinco minutos. Estaba apagada.
Cuando vi la foto del faro de colorines, en su ubicación, con el mar al fondo, me vino a la cabeza la caprichosa idea de que lo que pretende el creador es ponerle tatuajes al faro de Ajo. Ojo, que no estoy criticando la obra de arte, porque en la foto no se pueden apreciar detalles, así que no la puedo juzgar. Digo que lo primero que pensé fue en eso, y divagando se me fue la especie al David de Miguel Ángel, cubierto de tatuajes según el proyecto de alguno de estos artistas del grafitti, el propio Okuda, o, ¿por qué no?, el artista desconocido también llamado Banksy. Les regalo la idea.
¿Y por qué no llevar a cabo exactamente una performance? Mi sugerencia sería que el artista pintara el faro según el diseño previsto, pero con tinta simpática, quiero decir, que se pueda borrar. Se trataría de una intervención temporal -como, por ejemplo, las obras de Christo, otras creaciones de Land Art, etcétera-, podría ser grabada en vídeo para su posterior comercialización en los Centros de Turismo locales, y de ese modo preservaríamos un edificio icónico, pero sin dejar de cumplir con el objetivo cultural y comercial de atraer viajeros -sicodélicos- a la zona. Incluso se me ocurre sobre la marcha que el Ayuntamiento o la Institución de turno podrían invitar a un artista diferente cada año, para inaugurar la temporada turística y cultural. Eso sí, al final del verano la banda de iconoclastas tendría que llevar a cabo las tareas de limpieza, vestidos con trajes regionales. ¡Menuda performance!.
"Confinamiento” (Variaciones).
Confinavariento: Aquellos infortunados -a pesar de toda su fortuna- que han hecho negocio explotando, sin ningún tipo de escrúpulos, la desgracia de los demás.
Confinebriento: Estos -todavía peor- que han tenido que superar el trance a base de lingotazos. Yo estoy así, así, y lo malo es que no se puede salir de casa para acudir a Alcohólicos Anónimos. Claro que, como ya lo he hecho público, no voy a poder ir nunca a Alcohólicos Anónimos.
Sinfincopulamiento: Los afortunados a quienes ha pillado la encerrona con su nuevo amante. Mejor que controlen un poco y tengan cuidado con los juguetes sexuales, que no están las Ucis para según qué percances.
Confinapelotonamiento: Donde ha pillado a mucha gente en casa, y cada uno de su padre y de su madre. Si hay niños, el Estado de Alarma está completamente justificado.
Sinfinescalamiento: Aquellos para los que hasta la desescalada se les está haciendo muy cuesta arriba.
Sinfinamiento: Los que abandonaron toda esperanza, y no ven la luz al final del túnel, ni siquiera el túnel.
Confinarrepiento: Aquellos que habían cerrado los balcones a cal y canto para ganar más espacio al salón; que luego, ni eso.
Confinharapiento: Los sin hogar, que se han quedado todavía más a la intemperie.
7 de mayo de 2020.
“Peste de diario”.
“Caldo primordial".
Recomendación: una entrada por publicación, no todas juntas. Bueno, no te preocupes, yo te leo igual :)
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